El pasado sábado, Zaragoza lamentó profundamente la pérdida de uno de sus distinguidos hijos, Fernando Gurrea Casamayor, un destacado alto funcionario nacido en 1961. La ciudad se vistió de luto al conocerse la noticia de su fallecimiento en el Hospital Miguel Servet, donde había estado luchando contra una grave enfermedad.
Gurrea Casamayor, licenciado en Derecho por la Universidad de Zaragoza, dejó una huella imborrable en la esfera política y administrativa de Aragón y de toda España. Su carrera se caracterizó por un compromiso incansable con el servicio público y una dedicación inquebrantable a la educación y la formación profesional.
Su recorrido comenzó en las Cortes de Aragón en 1986, donde accedió como técnico adjunto al jefe de servicio del Gobierno Interior. Tres años después, obtuvo una plaza como profesor asociado en el campus aragonés, y en 1992, asumió el cargo de letrado-jefe del gabinete jurídico de la Universidad de Zaragoza.
En 1999, su carrera dio un giro significativo cuando fue nombrado secretario general técnico de la Presidencia de la Comunidad Autónoma de Aragón, bajo la dirección de Marcelino Iglesias. Ocupó este cargo hasta 2004, cuando se convirtió en subsecretario del Ministerio de Educación y Ciencia, donde desempeñó un papel crucial en el ámbito educativo y de formación.
A lo largo de su trayectoria, Gurrea Casamayor también ocupó puestos de relevancia en otros ministerios y organismos públicos, incluyendo la dirección general de Cooperación Autonómica del Ministerio de Administraciones Públicas, la dirección general de Desarrollo Autonómico del Ministerio de Política Territorial, y el puesto de jefe de servicio de Gobierno Interior y Publicaciones Oficiales de las Cortes de Aragón.
Además, entre 2004 y 2008, desempeñó el rol de vicepresidente segundo del Instituto Cervantes y fue miembro de diversos consejos de administración de entidades públicas.
Fernando Gurrea Casamayor será recordado como un hombre dedicado al servicio público, comprometido con el avance de la educación y la formación en España, y como un aragonés ejemplar que dejó un impacto duradero en su comunidad y en el país. Su legado perdurará como un faro de inspiración para futuras generaciones de funcionarios y líderes comprometidos con el bienestar de la sociedad.
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